En El Paso a la moderna intensidad Cuenca, 2008 Junta de Comunidades Castilla La Mancha
“Es obvio - escribió Millares con motivo de la exposición Four Spanish Artists en la galería Pierre Matisse de Nueva York celebrada en 1960 - que la fuerza de nuestro arte encuentra su fuente de inspiración en la línea que separa lo imposible de cada uno de nosotros. Un arte imposible – desesperado- es siempre un fin y un principio, una forma viable para expresar cosas con entera libertad, brutalmente, sin encerrar muros; un suicidio continuo y un nacimiento continuo. Todo negro y absurdo a mi alrededor me lleva infaliblemente a la posibilidad de una protesta sin pretensiones de salvación o condena”. Millares concurrió a esta muestra con cuatro obras de 1959, tres de ellas bajo el título Cuadros (60,62,70) y otra con el de Homúnculo, una creación singular que inicia en 1958 y que siguiendo a Goethe, que denominó homunculus al pequeño hombre que creó Fausto mediante operaciones quirúrgicas, alude a un hombre en estado de formación, a un fantasma apegado al barro del que parece escaparse, huir sin rumbo fijo. La crítica- muy escasa en cualquier caso- que se preocupó de su obra lo hizo únicamente desde un punto de vista formal buscando posibles paralelismos con la generación de los expresionistas abstractos americanos y obviando que, para Millares, la pintura no era sólo un conjunto de formas y colores sino la construcción de una ética y en último término de una metafísica. Y aunque Millares compartía ciertos rasgos formales con el arte de Kooning o de Burri, y que era deudor del pensamiento existencialista constante en la generación de artistas de los años cincuenta, en realidad su pintura difería notablemente de la del resto de los artistas de su generación, tanto del ámbito español como internacional. Más que seguir un proceso lineal, teleológico e historicista en la creación de significado, Millares no miró al futuro buscando mediterráneos por descubrir ni novedades en el plano formal o estilístico según las premisas radicales del artista héroe de los cincuenta. En Millares todo ocurría según un ritmo inverso, a partir de una subversión de los valores tradicionales, guiado por lo que José María Moreno Galván denominó “ideología de la contradicción”· Porque como sostuvo el propio Millares en uno de sus textos fundamentales, “Destrucción-Construcción en mi pintura” : “Mis desgarrados trapos –para bien de la esperanza- tienen su callejón y su salida erigidos en barricada, como lo tienen igualmente- por fortuna para el arte- todos los artistas de hoy que miran más a la grama que a las nubes. Y si hablo de un arte de explosión y de protesta quiero decir de un modo apasionado de expresión que se destruye a sí mismo para construirse ipso facto de sus ruinas. Hablo de una radiante herida de salud”.